Soy mujer. Soy joven. Tengo
DOS tetas y un culo (donde todavía se distinguen
DOS lomadas). Tengo todas mis extremidades completas:
DOS piernas,
DOS brazos,
DOS de...ah! no, veinte dedos. Y
DOS ojos. Tengo pelo largo en la cabeza y me depilo los del resto del cuerpo. Porque la naturaleza no sé si es TAN sabia. La depilación es un tema. Un día una amiga se quedó dormida mientras la muchachita le untaba cera caliente y bueno...ahora le decimos "baby". Uso desodorante. Perfume también. Puedo ponerme rimel, rubor, delineador y todas las chucherías que pienso que me transforman en una persona más atractiva, aunque debo aceptar que en general es al pedo: la linda es linda sin pintura y la fea sigue siendo tal cual con maquillaje..."aunque la mona se vista de seda(...)".
Ah, también me baño todos los días. Algunos días con sales y espuma. A veces me hago máscaras faciales. Te dejan la cara inmovilizada por un rato, la única expresión que podés hacer es de asombro o susto (con razón lloraba mi sobrino), pero es genial porque cuando te la sacás tenés la piel de Teté Coustarot. Y de paso te vas entrenando en gesticulación ya que es como un simulacro de botox. Hay que estar preparada para todo.
Me hago las manos y los pies una vez por semana. De vez en cuando uso la piedra china para rasquetear la piel muerta del talón, o de los dedos del pie. Amo estar en patas. Pero dicen que después te salen cayos. Entonces a veces me pongo ojotas. Esas que ahora vienen con plataforma. Porque soy medio petisa. Encima te estilizan las piernas.
Estiliza, qué verbo raro. Porque lo usamos para decir "te hace más flaca" o "te alarga", pero en realidad deriva de
estilo. O sea, puedo concluir que para nosotros ser flaca es tener estilo, ¿no?
Bueno, a lo que voy, despojándome de toda modestia (porque si escribo es para sincerarme), es a que se supone que puedo conseguir hombres con facilidad. Encima sé hablar, lo cual en la mayoría de los casos es una ventaja. No en todos.
Pero la cuestión es qué tipo de hombres se acercan. A veces mi target no coincide con el tipo de personas que me arrastran el ala (expresión que llegué a comprender en profundidad solo un tiempo atrás durante la atenta observación de un palomo que correteaba a las dulces palomitas con su papada hinchada y su ala pegada al suelo). A mi me quiere Pepe, pero yo quiero a Paco, y Paco quiere a María, pero María lo prefiere a Pepe (y no estoy haciendo apología de ninguna sustancia ilegal).
Entonces, lejos de virtuoso, esto se convierte en un gran círculo vicioso. Es todo una cuestión de posicionamiento. Si, si, si, YO les voy a hablar de posicionamiento, señores gerentes de marketing. Creo que la ley primera es saber lo que el público quiere y apuntar con todo. Lo mismo pasa en las relaciones. Mi forma de hablar, de ser, de vestirme, mi fisique du rol quizá es TOP OF MIND en cierto segmento de hombres. Pero, ¿qué está pasando con el segmento que yo quiero capturar? ¿Dónde estoy fallando? ¿Por qué me llama Pepe y no Paco?
Será porque a Paco le gusta otro tipo de mujeres, me autorespondo. Pero no. No, Andrea. Es porque con Pepe llevé naturalmente una estrategia que no sostuve en el caso de Paco. Veamos cómo funciona esto. Supongamos que a mi Pepe NO me interesa. Entonces tardo en responder sus llamados, rara vez le contesto un mail y mis mensajes de texto, cuando no me "cuelgo", son secos:
si, no, estoy en el cine, salgo con mis amigas, después te aviso, beso. Y cuando lo veo, charlamos, buena onda. Pero siempre estoy mirando alrededor, o a sus espaldas, me da curiosidad lo que pasa en el entorno y en general le digo "voy al baño" para nunca regresar. Pobre Pepe, es tanto más fácil decirle
no insistas, no me gustás, invertí tu tiempo y energías en otra mina. Pero queda poco sutil. Y seguro que respondería algo como:
¿eh? no, vos a mi tampoco boluda, todo bien. Así que mejor sigo teniendo buena onda, se la merece.
Este es un caso en el que hice todo bien, si mi objetivo era que Pepe se enamorara de mi.
Ahora analicemos el caso B, Paco.
Paco me gusta, me encanta. Creo que me gustaría verlo todos los días de mi vida. Sacrificaría mi noche de sábado con amigas por ir a hacer cualquier tipo de actividad con él. Cuando camino por la calle y escucho música, él es el protagonista de todos mis videoclips mentales. Él es quien me canta "you are just like an angel, your skin makes me cry (...) I wish I was special, you are so very special (...)". Y la canción siempre termina con la baldosa sobresaliente en mi pie y el rallado de la vereda estampado con exactitud en mi cachete, o con mi pantalón blanco salpicado de agua marrón del charco. Sí, el único charco que quedó después de meses de sequía. Ahí me fui a meter.
Cuando él no me llama abro y cierro la tapa de mi teléfono casi compulsivamente. Otra vez lo mismo:
viernes 23 de oct- 2009, 18:30 hs.
Buzón de entrada: cero mensajes. Llamadas perdidas: una. ¡Bien!
A ver...(redoblantessssss...), (platillo)Mamá.Siga participando, Dolores María Silva.
Pero pará, pará, pará. Está sonando. Si, si, si. Y empieza con P...Pepe y la p.. que te p...En fin, creo que quedó clarísima la diferencia de estrategias con mis diversos públicos. O la carencia de estrategia en el caso del hombre que quiero. Y ahí está mi error. Es un problema de marketing. Claro como el agua. Tendría que haberme posicionado como un producto exclusivo, dificil de conseguir. Como esos que todos desean. Como una Ferrari. Para Pepe soy como una Ferrari. Pero para Paco soy como el aceite Marolio. Mmm...qué oleo. (Perdón, lo tenía que decir).
Es decir, yo para Paco soy lo que Pepe es para mí ¡Uf! Cruda y cruel la verdad que acaba de revelarse ante mis ojos.
Entonces ya sé. La próxima vez que me enamore, me compro el libro Mercadotecnia de Kotler y lo sigo al pie de la letra. Tengo la certeza de que funcionaría. Apostaría todo a su eficacia. Porque nosotros somos como productos y el juego del amor como el marketing. Se trata de seducir.
-Compre, compre- gritan las piernas de María, mientras en sus manos, con esmalte color fresia salvaje (el último), sostiene un cigarrillo de una forma que me irrita.
Y ahí está Paco, a punto de sacar la billetera.
-Mejor nos vamos- le digo a mi sinceridad. Y seguimos siendo DOS.