lunes, 19 de octubre de 2009

el ciclo de los insatisfechos

El ayer siempre viste los brillos de momentos inolvidables, los que se imprimen con rigor en nuestra consciencia en permanente contraste con un presente intangible e ininteligible. Inabarcable. Así pasamos los días, llorando un pasado que ya no está (mas allá de la memoria) y ansiando un futuro que aun no existe. Como si el punto donde nos paramos fuera siempre el menos deseable y, por mas que nos moviéramos, la situación permanecería inalterada. Somos incompletos. Lo dijo Aristóteles. Lo siento yo. Porque solo me es posible vivir un aquí y ahora efímero, escurridizo. Porque no puedo aferrarme a nada estable. El presente está exento de lógica. Es una contradicción esencial: una sucesión de futuros instantes pasados. Contamos el tiempo con una ciencia exagerada pero ni siquiera sabemos qué es. Reconocemos el misterio pero jamás podremos entenderlo. Quizá sea eso lo que nos hace incompletos. Nos planteamos problemas que carecen de soluciones. Queremos que el frío llore, que el impulsivo piense, que sienta el calculador. Que se enamore el escéptico y sea crítico el enamorado. Nos hacemos preguntas sin respuestas. Y hacemos relojes precisos para medir algo que nadie puede explicar. Medimos la nada, descuidando el todo. Somos todos gatas floras, pasta frolas, buscadores del pelo en el huevo...
y ¿qué existió antes? ¿el huevo o la gallina?

1 comentario:

  1. jaja buenisimo lo q escrbiste loli, hasta la gata flora..
    lo que nos hace incompletos es la falta del otro. Porque como dice mi amiga vico: "Todos necesitamos del otro para iluminar"

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