lunes, 19 de octubre de 2009

existencialismo en su máximo esplendor

Despierto, para mi desilusión, en la misma cama donde me acosté anoche. Podría haberme hallado fuera de estas paredes, o incluso fuera de mi mismo, con la exquisita revelación de haber sido todo un insípido sueño.Pero ahora debo enfrentarme a aquello, esto, algo, eso, un no sé qué, que preferimos llamar realidad.Hace frío. No saldré a caminar. Mucho calor también hubiera constituido una válida excusa para suspender la salida.Prendo la TV. Voy a seguir desnutriendo mis neuronas hasta volverme idiota. Creo en la idiotez como la vía rápida a la alegría constante (evito el término "felicidad" porque considero que esta debe partir de verdades), una autopista de placer.Hago mi huelga intelectual, como un adolescente que se niega a alimentarse, para llamar la atención de los demás. En este caso "los demás" soy yo, en mi versión del deber ser. Pero este YO en tercera persona parece somnoliento, como sumido en vaya-uno-a-saber-qué asuntos. Ergo, mi objetivo queda sin cumplir. Tengo que resistir.Esta regresión, pienso (aunque no quiero), no es más que un intento, vano tal vez, por perdurar.Empiezo a transitar la senda del fin, o del principio. Me cuestiono, me empaco, me encapricho. Necesito ver el sentido de todo esto. Claro como el horizonte. No pretendo alcanzarlo y plenificarme. Me conformaría con mirarlo, de modo que mi ser ya lo contenga de algún modo rebuscado.Este adolescer tardío dista del período etario en cuestión por ser ahora el cuerpo quien retrocede frente a la explosión de la mente. Los roles están invertidos. Identifico a la pubertad con la tiranía del cuerpo, un mandato absoluto del tacto. La angustia, por el contrario, corona a una reina intangible, inmaterial, quien dicta una anulación casi total de los sentidos. Digo "casi" porque hay dolor, pero se instala en sitios no físicos, en las olvidadas cavernas del ser. No se encarna en ningun órgano, ni podemos explicarlo sino por medio del vacío. LA NADA. Que ya es algo.No saldré a caminar. El sentido no me espera a la vuelta de la esquina. Encontraré efímeros disfrazados de plenos, con suaves plumas y brillos vertiginosos. Mas serán solo apariencias. A lo sumo fantasmas. Llegarán y se irán sin rastros ni razón. Y cuando ya no estén confundiré sueno con vigilia y los acusaré de ser productos de una mente sin paz.Se disfrazarán de recién nacidos, de sonrisas, de hogares encendidos, de olor a madera, o de buena fe. Se vestirán de amor incondicional. Y cuando caiga el telón me quedaré más vacío que antes, porque habré depositado en sus máscaras mis últimos esbozos de sensibilidad.

2 comentarios:

  1. Mi Señora, en pocos días su prosa ha evolucionado y su existencialismo se ha reducido a DOS y hasta cambió de género.
    ¡Qué no es poco!
    Hay veces que lamentamos despertar, porque no quedó nada al acostarnos.
    La cama amanece demasiado alta, porque siempre crecen las patas al apagar las luces y al abrir los ojos, son metros, como un abismo donde el fondo es previsible, vulgar y amargo.
    Y sabemos que esa caída se alarga lo que aguanta una vida.
    (Si es medio petisa, ni le cuento el cuento)

    Suyo y Paco quedo, Z+-----

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